El Conoce Tu Corazón
Cuando estuve en tercer grado, me convertí en una mordedora. No sé lo qué me poseyó para morder a otros niños, pero Janelly, de 8 años, debe haber pensado que era la única forma de lidiar con sus emociones. Por alguna razón, me ponía a morder durante el recreo. Tal vez sea porque había menos maestros alrededor para no notarlo, o eso pensé, porque siempre me descubrirán. A quien yo mordiera dejaría escapar un grito desgarrador o le diría a uno de los maestros. Mi maestra de tercer grado, la Sra. Dorothy, tenía una carpeta blanca que guardaba junto a su escritorio llamado el libro de conducto. Cada vez que uno de nosotros nos portabamos mal, nuestro nombre fue escrito en ese libro. Déjame decirte, mi nombre fue escrito muchas veces. No recuerdo exactamente cuáles fueron las consecuencias, pero sí recuerdo que si tu nombre se encontraba escrito varias veces, llamarían a tus padres y quién sabe qué otro castigo seguiría.
Doy gracias a Dios que ya no muerdo. He estado limpia durante 24 años. También estoy agradecida de que Dios no lleva un registro de nuestros errores en un libro de conducta. Ya cuando nos hemos arrepentido, nuestros pecados son perdonados y eso es todo. Sin embargo, al crecer, pensé que tendría que pedirle a Dios que me perdonara por algo una y otra vez, incluso si era algo que solo había hecho una vez. Recuerdo un día en la universidad que estaba caminando hacia el comedor con mi compañera de cuarto y le conté todo sobre algo por lo que me sentía culpable. Ojalá pudiera recordar lo que era, pero lo que sí recuerdo es cómo me sentía. Seguí sintiéndome mal por algo por lo que ya le había pedido perdón a Dios varias veces. Aunque Dios me había perdonado, yo no podía perdonarme a mí misma.
Fue entonces cuando lo dijo, las cuatro palabras que han cambiado mi relación con Dios desde entonces: “Él conoce tu corazón”. Creo que todo el tiempo había creído que tenía que convencer a Dios de que realmente me había arrepentido. Como si no creyera que estaba siendo genuina o algo así. Mientras tanto, me seguía sintiendo culpable cuando Dios estaba listo para que siguiéramos adelante. Cuando El había estado susurrando todo el tiempo, “déjalo ya, sé libre'. Ya lo he olvidado todo.”
¿Puedes relacionarte con esto? Tal vez te hayas estado aferrando a la culpa durante mucho tiempo por algo que ya le has traído a los pies del padre. Quiero declarar las mismas palabras sobre ti que mi compañero de cuarto y Dios dijeron sobre mí: "Él conoce tu corazón... déjalo ya, sé libre".
Aquí hay algunos versículos para ti:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. - 1 Juan 1:9
“Echa sobre el Señor tu carga,
y él te sustentará;
No dejará por siempre caído al justo.” - Salmo 55:22
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” - Juan 8:36